jueves, 3 de noviembre de 2011

Aves rusas

Un niño de ojos grandes y azules mira desde la cima de la montaña el valle nevado. Tiene las pestañas escarchadas por la helada y las manos coloradas por el frío que le genera sostener el rifle de su abuelo, aunque tiene los músculos contraídos  está listo para disparar ante el menor movimiento. El sonido del viento en sus oídos, el olor a pino húmedo, el cielo gris y el horizonte nítido. 
Sigue inmóvil, pestañea y un ruido de alas lo sorprende, en una milésima de segundo dispara y el ave cae tendida a unos metros de distancia. Se acerca sigilosamente y ve la presa retorciéndose en la nieve, todo está teñido de rojo. Saca un cuchillo y rebana el cuello del ave, le ata las patas y la cuelga de la mochila. Limpia el cuchillo, carga el arma y sigue caminando.

Un joven de ojos grandes y azules está fumando en la entrada de un bar. Un cartel luminoso descubre intermitentemente sus borcegos viejos, pisa el cigarrillo, se acomoda la solapa de la campera y entra al lugar. Música de fondo, calor humano y luces tenues. Se sienta en una mesa donde lo reciben sus amigos, toman ron y ríen pero el joven tiene la mirada ausente. Sale del bar y camina calles desoladas, la luna ilumina el camino, ve una piedra y empieza a patearla cuesta abajo. Edificios empiezan a tomar forma a medida que camina, ruido de autos que pasan en calles cercanas, luces blancas de los locales cerrados. En la esquina ve a una mujer parada en un poste, está vestida con poca ropa para ser invierno y tiene los cachetes colorados. Fuma un cigarrillo, se abraza el cuerpo y mira hacia los autos que pasan. Se queda mirándola detenidamente, tiene arrugas marcadas en los ojos y la boca fruncida por el frío. Un auto para, se escucha un dialogo y la mujer sube dejando caer el cigarrillo.

Un hombre de ojos grandes y azules corre por entre los autos, esquiva personas, salta charcos. Los edificios quedan a lo lejos y el asfalto se convierte en tierra húmeda. Charcos enormes cubren el camino y sus pantalones empiezan a mancharse a medida que avanza. Tiene la respiración acelerada, no ve el tronco en el camino y cae de boca al piso, traga un poco de barro y la ropa se le moja completamente. Trata de levantarse pero le duele el cuerpo, se queda tendido en el camino, la respiración se normaliza y sus ojos se vuelven claros. Escucha un ruido el lado del camino, se reincorpora instintivamente y se queda inmóvil. Sabe exactamente donde se encuentra el animal pero no logra verlo. Cae una piedra detrás suyo, se da vuelta y por delante sale un ciervo corriendo.Lo ve de reojo y empieza a perseguirlo, el animal se sale del camino y empieza a correr hacia el bosque. Lo sigue pero el camino cada vez es más estrecho y las ramas golpean su cuerpo al pasar. Se escucha un estruendo, el ruido del animal cesa y todo queda en silencio. Sigue caminando acelerado, lo ve a lo lejos, tendido en el piso, las ramas están manchadas de un rojo intenso y voces conocidas se escuchan a lo lejos. El animal está herido, trata de pararse y se desgarra la pierna. El hombre de ojos azules lo mira impotente, las voces se acercan. Saca un cuchillo del pantalón y termina de matar al animal. 


Un anciano de ojos grandes y azules está sentado en un bar, bebe ron, su mirada es dura.  Un grupo de adolescentes entra y se sienta en una mesa cercana, empiezan a gritar y hacer ruido. El anciano se para, se arregla la chaqueta, sale del bar y empieza a caminar. Luego de un rato llega a un lago azul, la luz de la luna ilumina sus ojos. Se sienta en una piedra, se prende un cigarrillo y se queda mirando el horizonte. Frota sus manos para reactivar la circulación, las coloca en los bolsillos y el olor a pino húmedo invade sus pulmones. Se escucha un estruendo, los pájaros salen volando por sobre los árboles y el anciano cae de espaldas sobre la nieve que se tiñe de rojo. Se retuerce hacia los costados hasta rendirse, mira el cielo nocturno, siente el frío de la nieve calando sus huesos. Escucha gritos que se acercan, su mirada se nubla y la respiración se detiene. 

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