jueves, 3 de noviembre de 2011

Aves rusas

Un niño de ojos grandes y azules mira desde la cima de la montaña el valle nevado. Tiene las pestañas escarchadas por la helada y las manos coloradas por el frío que le genera sostener el rifle de su abuelo, aunque tiene los músculos contraídos  está listo para disparar ante el menor movimiento. El sonido del viento en sus oídos, el olor a pino húmedo, el cielo gris y el horizonte nítido. 
Sigue inmóvil, pestañea y un ruido de alas lo sorprende, en una milésima de segundo dispara y el ave cae tendida a unos metros de distancia. Se acerca sigilosamente y ve la presa retorciéndose en la nieve, todo está teñido de rojo. Saca un cuchillo y rebana el cuello del ave, le ata las patas y la cuelga de la mochila. Limpia el cuchillo, carga el arma y sigue caminando.

Un joven de ojos grandes y azules está fumando en la entrada de un bar. Un cartel luminoso descubre intermitentemente sus borcegos viejos, pisa el cigarrillo, se acomoda la solapa de la campera y entra al lugar. Música de fondo, calor humano y luces tenues. Se sienta en una mesa donde lo reciben sus amigos, toman ron y ríen pero el joven tiene la mirada ausente. Sale del bar y camina calles desoladas, la luna ilumina el camino, ve una piedra y empieza a patearla cuesta abajo. Edificios empiezan a tomar forma a medida que camina, ruido de autos que pasan en calles cercanas, luces blancas de los locales cerrados. En la esquina ve a una mujer parada en un poste, está vestida con poca ropa para ser invierno y tiene los cachetes colorados. Fuma un cigarrillo, se abraza el cuerpo y mira hacia los autos que pasan. Se queda mirándola detenidamente, tiene arrugas marcadas en los ojos y la boca fruncida por el frío. Un auto para, se escucha un dialogo y la mujer sube dejando caer el cigarrillo.

Un hombre de ojos grandes y azules corre por entre los autos, esquiva personas, salta charcos. Los edificios quedan a lo lejos y el asfalto se convierte en tierra húmeda. Charcos enormes cubren el camino y sus pantalones empiezan a mancharse a medida que avanza. Tiene la respiración acelerada, no ve el tronco en el camino y cae de boca al piso, traga un poco de barro y la ropa se le moja completamente. Trata de levantarse pero le duele el cuerpo, se queda tendido en el camino, la respiración se normaliza y sus ojos se vuelven claros. Escucha un ruido el lado del camino, se reincorpora instintivamente y se queda inmóvil. Sabe exactamente donde se encuentra el animal pero no logra verlo. Cae una piedra detrás suyo, se da vuelta y por delante sale un ciervo corriendo.Lo ve de reojo y empieza a perseguirlo, el animal se sale del camino y empieza a correr hacia el bosque. Lo sigue pero el camino cada vez es más estrecho y las ramas golpean su cuerpo al pasar. Se escucha un estruendo, el ruido del animal cesa y todo queda en silencio. Sigue caminando acelerado, lo ve a lo lejos, tendido en el piso, las ramas están manchadas de un rojo intenso y voces conocidas se escuchan a lo lejos. El animal está herido, trata de pararse y se desgarra la pierna. El hombre de ojos azules lo mira impotente, las voces se acercan. Saca un cuchillo del pantalón y termina de matar al animal. 


Un anciano de ojos grandes y azules está sentado en un bar, bebe ron, su mirada es dura.  Un grupo de adolescentes entra y se sienta en una mesa cercana, empiezan a gritar y hacer ruido. El anciano se para, se arregla la chaqueta, sale del bar y empieza a caminar. Luego de un rato llega a un lago azul, la luz de la luna ilumina sus ojos. Se sienta en una piedra, se prende un cigarrillo y se queda mirando el horizonte. Frota sus manos para reactivar la circulación, las coloca en los bolsillos y el olor a pino húmedo invade sus pulmones. Se escucha un estruendo, los pájaros salen volando por sobre los árboles y el anciano cae de espaldas sobre la nieve que se tiñe de rojo. Se retuerce hacia los costados hasta rendirse, mira el cielo nocturno, siente el frío de la nieve calando sus huesos. Escucha gritos que se acercan, su mirada se nubla y la respiración se detiene. 

domingo, 23 de octubre de 2011

Trajes azules y rojos.

Galois mira el sol reflejado en sus piernas, hace calor y el olor a mar es intenso. Tiene un vaso de cerveza frío en la mano, siente los ojos hinchados, la resolana lo molesta y se pone los anteojos de sol. A lo lejos ve una mujer de espaldas entrando al mar, mueve la cintura rítmicamente y las olas mojan sus piernas largas. Su cola es redonda, simétrica y su traje de baño es azul intenso. Cuando se da vuelta  Galois descubre sus grandes pechos y le da un escalofrío, presiona el vaso de cerveza y toma un trago largo. Sigue los movimientos de los pechos casi como hipnotizado, su miembro se endurece, no puede dejar de mirarla, su escote es cada vez más pronunciado y el agua descubre sus pezones.  De pronto un ruido al costado de la reposera lo descoloca, se sienta de golpe, se le detiene el corazón, y cuando mira hacia el costado un niña le toca la oreja y se ríe. Galois está acelerado, cuando se da cuenta de que es solo una niña, relaja los músculos y vuelve a recostarse.


Trata de enfocar nuevamente a la mujer en el agua, pero no la encuentra. La nena empieza a ponerle arena en el brazo y Galois gira molesto en dirección a ella. Tiene rulos rubios, un traje de baño rojo y sostiene algo marrón en la mano. La mira curioso, parece un objeto pequeño, opaco, pero no reconoce que es, la nena percibe su mirada y cuando le alcanza la mano para darle el objeto, unos brazos de mujer la envuelven y se la llevan playa abajo. La nena lo mira desesperada y le extiende el brazo tratando de darle el objeto marrón.

Galois trata de reincorporarse rápido pero la cerveza cae al piso y estalla en miles de pedazos, quiere alcanzar a la nena pero está lleno de vidrios y no puede avanzar. En un momento de lucidez se para en la reposera y pega un salto hacia el lado contrario de los vidrios, cae de rodillas, se para de un salto y se choca contra un par de pechos conocidos, la mujer del mar está delante suyo y lo mira risueña. Galois se queda descolocado, de cerca no es tan hermosa, tiene un olor extraño, y sus pechos son algo desproporcionados desde este nuevo ángulo. Tampoco es una mujer joven como él imaginaba, varias arrugas surcan sus ojos y su mirada es dura.

Recuerda a la nena, mira hacia todos lados pero solo ve rostros extraños. Camina entre la gente aturdido, no logra encontrarla. Ve un deck de madera y se sube a la baranda, ve cabezas de todos los colores y a lo lejos la ve, rubia con traje rojo, pega un salto y se golpea el hombro al caer. Corre chocando  gente en el camino, los pulmones quieren salir de su pecho, no puede respirar del esfuerzo que está haciendo por alcanzar esos rulos rubios.

Cuando llega ve a la nena jugando tranquila con su madre, se acerca casi sin aire, la mira agitado y ella le sonríe. Se sienta en la arena caliente y vuelve a mirarla fijo, la intriga le carcome la cabeza, necesita saber que tiene en la mano pero sabe que debe esperar a que ella se lo de. La respiración se normaliza, el aire vuelve a darle ritmo al cuerpo. La nena se para, se acerca a Galois, le tira del pelo, le toca la oreja y le extiende su mano cerrada. Galois trata de permaneces inmóvil, cualquier movimiento podría espantarla, la mira fijo y la nena abre su mano. El objeto marrón se devela como una tapita de cerveza vieja, gastada por el sol y la arena. La agarra decepcionado y la mira detenidamente mientras la nena se va caminando tranquila. Galois se queda sentado en el piso, el sol le pega en la nuca y está mareado. Guarda la tapita de cerveza en el bolsillo y se tira de espaldas en la arena caliente, siente una punzada horrible por la temperatura y se larga a reír.

viernes, 21 de octubre de 2011

ominona

Trata de leer la carta una vez más, recorre las frases lentamente pero no comprende nada. No logra darle significado. Está desesperada, sabe que detrás de esas palabras hay algo importante, que debería entender, pero está muy cansada para hacerlo, su cuerpo ya no le responde, la vista le duele. Tiene un nudo en la garganta, trata de enfocarse nuevamente en la carta, no puede contenerse y empieza a llorar, las gotas corren la tinta deformando las letras. Quiere dejar de llorar y no puede, quiere correr la carta para que no se moje pero se queda inmóvil. Hasta hace un día podía leer perfecto, entendía todo, pero hace horas que no logra hacerlo. Le duele el pecho y la desesperación empieza a invadirla, mira por la ventana, entiende que hay un árbol, que el cielo está gris porque llovió, que hay un perro ladrando. Lo ve correr agitado de un lado al otro, pero una correa de metal detiene su camino y lo asfixia cada vez que quiere salirse de los límites. Sus aullidos son tristes, llantos ahogados por la cadena que tiene en el cuello. Ella sabe el nombre del perro, trata de recordarlo y no puede. Era un nombre gracioso, cuando se lo dijeron estuvo un rato riendo ¿cómo podía haberlo olvidado?. Lo veía tan indefenso ahí afuera, tratando de correr con ese peso en el cuello. Una crueldad.
La carta esta borroneada, ilegible, pánico, le tiemblan las manos, sabe que nunca sabrá realmente que dice, no quiere pedir ayuda, no quiere que nadie sepa lo que dice en ese pedazo de papel. Cierra los ojos, sabe las palabras de memoria aunque no entienda lo que dicen. El perro deja de ladrar, se hecha al piso frío y se resigna a ver la lluvia debajo del árbol. Se queda tildada mirándolo, ya no puede llorar más, ya no puede leer más, ya no quiere saber más.

lunes, 10 de octubre de 2011

Gritos de tierra


El tren se mueve lentamente por un paisaje árido, remolinos de tierra se forman en el horizonte. Adela está profundamente dormida, su cabeza tambalea al ritmo del vagón. Rayos de sol intensos entran por la ventana, el ambiente esta pesado, el calor es húmedo, el hedor que desprenden los cuerpos es casi insoportable y unas gotas densas de sudor empiezan a recorrer su frente. Con un movimiento brusco el tren se frena por completo, Adela se sobresalta con cara aturdida, tiene impresas en el cachete las marcas de la ventana, tarda unos segundos en entender donde está. A su alrededor la gente sigue dormida, mira hacia el horizonte y no logra distinguir nada raro. Tiene la boca seca, la saliva espesa y decide ir al baño. Se limpia la cara con el agua tibia y por la ventana del costado ve dos hombres corriendo hacia el frente del tren. Hablan entre ellos de forma acelerada y Adela no consigue entender nada. La situación le llama la atención pero no le preocupa, luego de meses viajando por esas tierras sabe que las corridas y gritos no indican peligro alguno.

Vuelve a su asiento, está pegajoso y la mujer de al lado emite un olor ácido, hace horas que el calor la tiene atontada y no puede pensar claramente. La señora percibe la mirada de Adela, se despabila y al notar que el tren está frenado empieza a hablar aceleradamente en dirección a las puertas. Adela no entiende nada de lo que dice y levanta los hombros resignada ¿hace cuánto está frenado el tren? está confundida, su noción del tiempo es mala. Cuando  el calor se torna insoportable entra por la puerta delantera del vagón un hombre alto, de tez negra y ojos inyectados en sangre, mira para todos lados de forma violenta. La mujer que estaba hablando acelerada se calla de golpe y lo mira aterrada, se acurruca en su asiento y se queda quieta. El hombre la ignora y se queda fijo en Adela que no puede dejar de sostenerle la mirada. Nunca había visto  ojos tan intensos, tan violentos, está paralizada.

De pronto un guardia aparece detrás del hombre lo tira al piso en seco y empiezan a forcejear. El guardia logra dominar al negro, saca su arma apuntándole a la cabeza y empieza a gritarle cosas. Los ojos del negro están desorbitados, solo se calman cuando encuentran nuevamente los de Adela que está acurrucada en un rincón. La señora de al lado se para, empieza a gritar y escupe al hombre esposado. Llegan dos guardias y se lo llevan, antes de cerrar la puerta Adela logra ver por última vez esos ojos intensos.

Luego de unos minutos la señora se duerme profundamente y el tren arranca nuevamente a paso lento.

sábado, 1 de octubre de 2011

Vuelta de tuerca

Estoy intentando dormir, siento tus pies fríos al lado de los míos y me giro para el otro lado. Puta, está amaneciendo, deben ser como las 6 de la mañana, la almohada tiene olor a humedad y tengo sed. Sabía que tenía que llevar zapatillas a la excursión, ahora tengo los pies hinchados de caminar todo el día. Mañana tenemos el recital, o era pasado mañana? hace semanas que todos los días me parecen el mismo, estoy embotada de información. Esto de despertarse en un país distinto cada día no es para mi, el estado de los hoteles es deprimente, si esto es el primer mundo estamos al horno. Uff! por dios la vieja de Málaga, poco más nos hacía dormir en el balcón, no entiendo como le tuviste tanta paciencia. Creo que hoy fue la caminata por la ciudad vieja, el colectivo lleno de vuelta, ese calor agobiante que nos persigue hace semanas, cervezas en la esquina, charla con tu amigo portugues, tu mirada ida, no entiendo para que lo invitaste si solo lo aguantas 10 minutos, maravillosas guitarras españolas de fondo, comimos, tomamos vino, tu mano fría. Mierda! estas sábanas también están húmedas, te despertaría pero no vale la pena empezar a discutir, había un hotel perfecto a 3 cuadras pero no, vos siempre con los hotelitos de inmigrantes. Realmente no entiendo como podes dormir en estos lugares y la nena de al lado no para de llorar, no lo puedo creer. Cuando nos levantemos armo las valijas, así no voy a poder dormir mañana tampoco. en que estaba? a si, guitarras españolas, que lindo no entiendo de música pero fue increíble, la pareja bailando de fondo, luces naranjas, el alcohol atontando mi cabeza, bailé sola porque no conseguí que lo hagas con migo, tu amigo portugués se cansa de la indiferencia con la que lo tratas y se suma, baila bien, puedo dejarme llevar, sus manos están calientes. cuándo fue la última vez que bailamos? tengo la garganta seca, voy a tomar agua, a ver si tengo suerte y te despierto con el ruido. Puta, seguís dormido, que capacidad de aislarte en tu mundo que tenes, a ver si me meto violentamente en la cama? No tampoco, y la nena de al lado no va a callarse más, no quiero nunca ser madre, no puedo creer la paciencia que tienen, a la tercera vez que me despierte mi hijo creo que lo doy en adopción.

La semana pasada con tu vieja si bailaste sonriendo, más allá de que cumpliera 50 años con ella siempre una sonrisa, la llevas de acá para allá. Que vieja manipuladora, aunque si lo pienso la hizo re bien, crió tres hijos que le están a los pies y le cumplen todos los caprichos pelotudos que tiene. Ay! que manía que tenes de ponerme los pies fríos en las piernas. El olor a alcohol y cigarrillos que tengo es increíble, me voy a duchar. Genial se me terminó el shampoo, si me pongo jabón será lo mismo? tampoco tengo mucha opción, el olor que junté en el pelo es increíble. Al menos el agua sale caliente, que placer. Oia, y este moretón? no recuerdo habérmelo hecho, a la tarde no lo tenía. Ah si cuando te fuiste del bar y me quede bailando. Siempre me haces lo mismo, si no es un lugar de los que a vos te gusta te cansas y te vas a la media hora. No puedo creer que me dejaras sola en un país extraño, aunque estaba con el portugués y queda a media cuadra, no se, es la intención. Mañana te lo voy a plantear, la verdad es que en una pareja hay cosas que simplemente no pueden pasar, puaj, la toalla tiene olor feo, que impresión, no las deben ni lavar. No entiendo porque no fuimos al otro hotel, a veces no entiendo si sos rata o bohemio. Que bien que bailaba el portugués, creo que debe ser genético, aunque vos también sabes moverte, pero este tenía sangre en las venas, cuando me dio el giro me deje llevar, me generaba tanta seguridad. Creo que te voy a dar un cepillo de dientes nuevo, el que tenes es un desastre y está completamente aplastado, hace cuántos años lo tendrás ya? ves eso es de tu vieja también, no tira nada, es absurda la cantidad de cosas acumuladas que tiene. Me levanté dos veces, me duché en el medio y seguís durmiendo. Al menos la nena dejó de llorar, cuando me acuesto te das vuelta en la cama y siento tus manos cálidas en mi espalda, se que estás despierto y  quiero decirte lo de que nunca bailamos, pero tus dedos recorren mi espalda lentamente y el cepillo de... uh, me encanta cuando me tocas la nuca, mjmm.... bueno, cuando nos despertemos tenem .... ay! tus pies fríos.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Ayer...


El verano en que llegamos a Baires fue duro, pasamos de tener naturaleza, nieve, tierra, perro, gato, hongos, libertad, montañas, a un depto en caballito. Por suerte había un patio común de todo el edificio, que tenía juegos y sectores de tierra y plantas.

Ese verano conocimos a "los chicos del patio", vecinos del edificio con edades parecidas, al cabo de un año eramos un grupo de 14 chicos que se juntaban todas las tardes a jugar por horas. Los juegos iban desde fútbol, desafíos de obstáculos  intercambio de figuritas o stickers (las peluditas eran las más codiciadas) hasta cuidar de pájaros que caían del nido y los cuales adoptábamos entre todos.
Un personaje esencial en este mundo era Hélida la portera, trabajaba en el edificio hace 25 años y la habían contratado gracias a mi abuela que la recomendó. Era del campo y se había criado entre vacas y barro como mis hermanos y yo. Recuerdo un día muy traumático en el cual una de las 3 tortugas que habitaban el patio había puesto huevos y cuando le contamos a Hélida de esto, llega emocionada, agarra un huevo y ante nuestros ojos ingenuos de niños de 12 años, lo rompe en la mano y se traga el contenido. No lo podíamos creer, la habíamos llamado para que nos ayude a cuidarlos y cuando llega se los come! cuando vio nuestras miradas al borde del llanto, nos cuenta que en el campo los huevos se comen y que eran riquísimos. Nunca más pude volver a mirarla a los ojos.

Hélida era un personaje extraño, limpiaba solo las partes visibles del edificio y estaba obsesionada con las plantas que nosotros destruíamos a pelotazos y juegos como las escondidas. Le encantaba armar el árbol de navidad en el palier, siempre un mes antes de la festividad se la veía agregando adornos y luces. El árbol era un esparpajo verde que con los años se tornó una cosa deforme con colores pegados y dejó de ser puesto cuando Hélda se marchó. Le dedicó 30 años de su vida a ese edificio, conocía todos los resquicios y era la salvadora de más de un vecino en apuros. Se daba maña para todo y sabía bien como escaparse de los vecinos molestos que interrumpían sus siestas.
Recuerdo uno de los veranos en que descubrimos que mojando el piso de la entrada al patio podíamos resbalar de una pared a otra de forma rápida y haciendo formas en el piso. Jugamos a esto hasta que el vecino del primero, con quién teníamos una guerra encarnizada, dijo que no podía sacar la bici si mojábamos el piso. Gracias a él, tampoco tuvimos manguera ni pelopincho, porque al parecer un día le entró agua por la ventana y desde entonces nos sacaron ese privilegio. La guerra con él terminó el día que se mudó, con su partida murió una parte del alma del patio, porque mucho del tiempo que pasábamos ahí lo usábamos pensando travesuras para hacerle o indignados por sus constantes quejas hacia nosotros.

La ventana del cuarto de mis viejos daba hacia el patio. Cuando molestábamos mucho en el departamento nos mandaban a jugar abajo, pero con mis hermanos eramos bestias peludas y nos la pasábamos gritando y pegándonos (no se si esto cambió mucho con la edad). Cuando bajábamos mi viejo nos golpeaba el vidrio del cuarto para que paremos de gritar, a la quinta vez se cansaba y gritaba aleatoriamente el nombre de alguno de los tres. En ese momento el pánico nos invadía, sabíamos que teníamos que subir porque seriamos severamente castigados por estar hace horas gritando como monos.
En un verano que estaba muy aburrida, y como tengo alma de maestra ciruela, se me ocurrió organizar "un acto", básicamente busqué un cuento que me gustaba, reuní  a "los chicos del patio" y los organicé en roles. Ensayamos durante semanas y presentamos las obras que habíamos armado delante de nuestros padres. Fue un éxito y terminamos haciendo varias presentaciones a lo largo de los años. Una vez organizamos una kermese para juntar plata para comprar una pelopincho, era ridículo porque cocinábamos cosas con la plata de nuestros padres y después las vendíamos a nuestros padres, por ende si nos daban la plata directamente era lo mismo.

Me acuerdo una época muy divertida en la que armamos una especie de "mercado", hicimos plata falsa y nos vendíamos cosas entre nosotros. El tema es que había algunos que se encanutaban la plata y los otros más compulsivos quedábamos pobres, hacíamos más plata y todo se devaluaba. A la semana tuvimos que terminar con el juego porque ya no sabíamos que era de cada quién y uno de los chicos quería recuperar un oso que había vendido y el comprador no quería dárselo.


Luego de unos años el patio se secó y los chicos ya adolescentes dejamos de frecuentarlo, las distintas edades empezaron a verse más marcadas y el grupo se disolvió. Recuerdo estos momentos como los más felices de mi infancia. Que lástima que no puedo volver atrás, a veces me gustaría ir a jugar con los chicos del patio, inventar alguna travesura o simplemente jugar a treparnos en los árboles.

sábado, 24 de septiembre de 2011

basta

Sueño que estoy en un lugar conocido con colores y formas que siento mías pero que en realidad son la representación de cosas reales.  Vuelvo a estar en este espacio que conozco de otros sueños, como un mundo paralelo, lugar que ya soñé y siento mío, pero es una construcción de mi mente.

Me siento rara, estoy segura que estuve acá con vos, nunca vinimos realmente, pero en algún momento te imaginé acá conmigo. Esta vez es distinto, estoy sola y no estas a mi lado como en otros sueños. Recorro los caminos que se presentan adelante mío, siento un olor intenso a cloro y veo a lo lejos a quienes se que son mis amigos nadando en la pileta. Me miran pidiéndome que vaya con ellos, que juegue a tirarme del trampolín. No quiero ir, trato de hablarles desde mi mente, decirles que no tengo ganas de nadar, pero no me escuchan.

Siento algo en mis manos y me doy cuenta que tengo un álbum de fotos, empiezo a verlas sorprendida. No recordaba haberme sacado las fotos, pero si recuerdo haber vivido esos momentos con vos. Las miro aceleradamente, no quiero despertar sin haberlas visto todas, intento enfocar las imágenes pero están borrosas, no puedo enfocar la vista. Hago un esfuerzo enorme y empiezo a ver detalles abstractos.

Se que nada de lo que estoy viendo es real, pero lo siento así. Son las imágenes de nuestra vida en mis sueños. Y trato de encontrarle un significado a tus caras, trato de ver cosas que en su momento no pude ver porque estaba entretenida posando para la foto. Tal vez una sonrisa tuya me de la respuesta que necesito encontrar.

Estoy enojada porque no estoy soñando con vos, solo con tus fotos, con recuerdos de sueños. Preferiria que estuvieras acá, vivir una anécdota más con vos, aunque sea de esta forma. Es horrible ver estas fotos, me lastiman las manos, me hieren los ojos.

No puedo ni encontrarte en sueños, mi inconsciente me enfrenta a tu figura pero no logra actualizarla y me doy cuenta que en mis sueños también estás muerto.

Solo me queda ver tus fotos y tratar de creer que alguna vez fuiste real y estuviste al lado mío.

Te odio.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Luces naranjas


Es de noche, escucho el ruido de los autos en calles lejanas. Estoy parada delante de tus cuadros, uno me llama la atención y lo miro atentamente, recorro las lineas negras, las manchas rojas y me freno en lo que entiendo es una persona sentada sobre un fondo marrón. Un escalofrío recorre mi espalda, la ventana se abre de golpe y me toma por sorpresa, pego un salto y mi corazón se acelera. Se que no debería estar acá, no se ni como llegué a este punto, me siento ajena.

Miro las pinturas pero no logro anclarles significado, pertenecen a una vida que nunca fue mía, de la cual nunca me hiciste parte y siento como si estuviera haciendo algo malo, viendo algo que no debería.
Entrar a tu casa fue fácil, esperé a que salgas con el auto y me escabullí por la cochera, subí las escaleras que tan bien conozco y entré a un cuarto oscuro, sin vida. Figuras extrañas me hicieron dudar, cuando mis ojos lograron acostumbrarse conduje los pasos hacia el estudio, lugar sagrado al que nunca me invitaste a entrar. No me animo a prender la luz, tengo miedo de que las pinturas cobren vida y me enfrenten a la realidad. Siento nauseas de solo pensarlo y las piernas me flaquean. Tengo el impulso de salir corriendo, pero la curiosidad es más fuerte, tengo que saberlo. No puedo seguir así.

Por la ventana entra un haz de luz azul, las pinturas toman un color intenso y siento las caricias de tus manos en mi nuca. Se lo que estoy buscando, pero no quiero encontrarlo. Corro los marcos cuidadosamente, se que si no los coloco en el mismo lugar vas a darte cuenta que un extraño profanó tus obras. Finalmente encuentro lo que busco, veo tus ojos y se me pone la piel de gallina, siento un nudo en la garganta y las lagrimas nublan mis  ojos. Logro contener un grito y caigo al piso de rodillas. Mi cuerpo se mueve agitadamente y no puedo parar de llorar, intento pensar pero no puedo. Al cabo de unos minutos escucho una bocina en la calle y me paro de golpe, coloco los marcos en su lugar y salgo sigilosamente por el balcón. Todo quedo intacto, pero algo cambió.

Corro hasta quedarme inmóvil.



Ole.

Las heridas que me hiciste cicatrizaron mal y con el tiempo se generaron costras duras que no me permiten mover los brazos. Empiezo a rascarme compulsivamente, arranco las cascaras duras que me inmovilizan y las heridas empiezan  a sangrar repentinamente, hilos de sangre espesa recorren mis piernas. Intento cocer la piel sin éxito, vendo las heridas con telas pero la sangre sigue brotando sin control. Mi cuerpo se tiñe de un rojo intenso y tengo las manos enchastradas, pegajosas. El pecho se hincha y me cuesta respirar. Los ojos empiezan a hacer presión en mi cabeza, laten al ritmo de mis venas y me dejan ciega. Mis piernas se quiebran y caigo de rodillas al piso. Los dedos de los pies empiezan a pudrirse y caen uno a uno generandome un dolor desgarrador. Tengo un nudo en la garganta y empiezo a ahogarme, el poco aire que llega a los pulmones se escapa por las cicatrices abiertas. Trato de pararme pero pierdo la estabilidad y caigo de cara al piso, el asfalto quema mi rostro, siento el olor del alquitrán caliente y me doy cuenta que nunca estuve tan viva como hoy.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Etmol, manar, ha iom.


Veo el mar a lo lejos, el sol empieza a esconderse en el horizonte y su luz es tan fuerte que enceguece mis ojos. Intento mirarlo pero me duele, me acerco cada vez más a la orilla, necesito refrescar mi cuerpo cansado. El contacto con la arena es placentero, pero solo puedo pensar en sentir la espuma fría en los pies. Camino lo que me parecen kilómetros y finalmente llego.

Cuando se produce el contacto con el agua me decepciono, el agua es tibia, me descoloca porque no es fría y no me refresca. Por un momento extraño el mar argentino, que se hace presente de forma dramática ante   quienes lo intervienen. Este es más bien un mar "comercial", de propaganda de bronceador. Cuando la decepción inicial pasa, miro mis pies y comienzo a jugar como una niña, saltando las olas y pisando la espuma. Fantaseo con las miles de personas que pisaron estas playas, me agobia pensar que sería de este lugar hace siglos, virgen sin los hoteles que se alzan como paredes detrás mio. Imágenes de películas viejas vienen a mi mente, son mundos cliché que recuerdo de la tele y películas que miré desde chica.

Extraño la soledad del mar argentino, las playas largas, acantilados y piedras sobre el mar, el viento frío las olas violentas, la arena áspera.

Se hace de noche y no me doy cuenta, mis pies están en Tel Aviv y mi alma en Argentina, a mi alrededor escucho gente hablando pero no entiendo lo que dicen, de fondo las luces de los hoteles internacionales me encandilan....

sábado, 10 de septiembre de 2011

Pasajera en trance

Luego de 3hs de ansiedad y espera subo al último vuelo que me lleva a Israel. Miles de fantasías sobre mi futuro recorren mi mente. Me acomodo en el asiento y luego de un rato sube Shani, una chica joven de 23 años, pelo oscuro, ojos negros y mirada inquieta.
Sentada leyendo una revista, envuelta en mis pensamientos y adolorida de tanto vuelo, le dedico una sonrisa amarga y sigo leyendo. Siento que me mira y apenas saco la vista de la revista me pregunta atropelladamente de dónde soy. Le digo que soy Argentina y me cuenta que ella es Israelí y viene de viajar 7 meses por latinoamerica. No se porque, pero este dato me descoloca, ella está llegando de su viaje y yo empezando el mío.
Le pregunto si está ansiosa por volver a ver a su familia a sus amigos, y con ojos tristes me contesta que no, que no quiere volver. Esto me sorprende y al darse cuenta de mi cara me dice que no hay nada para ver en Israel. Y en el fondo entiendo lo que me quiere decir, lo que siente, porque a mi me pasa lo mismo con Buenos Aires, la siento vacía, gris, sin nada para ver. Estamos las dos sentadas juntas, fascinadas por el mundo de la otra, nacimos intercambiadas.

Y me puse triste, me acordé de la película de Sandra Gugliotta "Un día de suerte". Toda la película gira en torno a las fantasías y ganas de una chica por conocer Italia y cuando llega se da cuenta que es lo mismo que Argentina, solo que en otro lado y con otro idioma.

La fantasía que tengo de que la vida en otro país es distinta, más emocionante, con otros colores. Y en un punto esto es así, estar de turista, ávida y curiosa hace que vea todo de forma distinta.  Pero no tiene que ver con el lugar, sino con una postura de vida.

Hace poco vi un documental con imágenes de Islandia y al ver esos paisajes desolados me sentí infinita, deseo poder estar ahí, tener la paz mental para irme sin ataduras a esa casita blanca sobre un barranco frente al mar, a conectarme con el mundo y nada más.

Pero en le fondo se que esto no me duraría ni una semana, porque soy un bicho de ciudad, porque necesito el ruido, no quiero pensar, no puedo estar con migo misma y la infinidad.

Nunca me voy a sentir en casa, porque mi alma y mi cabeza no se ponen de acuerdo, hay miles de escenarios posibles y saber que está a mi alcance decidir dónde y cómo vivir me bloquea.

Y esta chica que viaja al lado mío me incomoda, porque me enfrenta a la realidad de que en Israel tampoco está lo que busco, porque no se lo que busco y estoy en tránsito perpetuo. Entonces corto la conversación y sigo leyendo la revista mientras el avión despega hacia un país que tampoco será mío.

Pastiche de conceptos

Quiero contarles lo que quise entender de algo que papá recordaba haber leído de la Kabbalah y me contó antes del viaje. De más esta aclarar que es algo completamente subjetivo, que seguramente volveré a leer en unos meses y sentiré ajeno.


"la media naranja" - En general alude al concepto de dos mitades separadas que están destinadas a unirse en este plano y ser "felices" (visión que ha hecho ganar millones de dólares a Disney con sus películas y ha decepcionado a miles de niñas que al convertirse en mujeres se encuentran con la realidad). 

Según lo que recuerdo de lo que papá recuerda de haber leído en la kabbalah, el destino de "las mitades de naranja" no es el de complementarse y estar juntos,sino que cada uno tiene que solucionar karmicamente algo y vienen a este plano para poder solucionar este karma y a su vez para enfrentar y ayudar a su otra mitad en la búsqueda de su propia solución.

Es erróneo el concepto de "ser felices para siempre", no necesariamente las medias naranjas tengan que estar juntas,  en cada vida se relacionan y encuentran de forma muy distinta y en momentos diferentes, según el estado de evolución propia y del otro. A medida que avanzan una de las mitades puede solucionar su "deuda kármica" mientras que su otra mitad no. En esta situación se dispone a ser un acompañante del otro, pero en el sentido de enfrentarlo con su karma y darle herramientas para que pueda superarlo.
Al final las mitades se unen, pero porque cada una pudo saldar sus deudas personales y llegar a la plenitud para poder fundirse con el otro y pasar a otro plano, lejos de las reencarnaciones. 

Las vidas, caminos y momentos vividos son distintos para cada "naranja" y en lo personal no creo que se trate de la dicotomía hombre-mujer, ya que en cada reencarnación se toman formas distintas dependiendo que tenga que saldar cada uno. Si aparte de eso logran encontrarse, mejor para crecer en el camino.

Creo que todos tenemos un momento, o momentos cruciales en la vida y si nuestra alma gemela está atenta y nosotros en el momento justo, nos ayudará a inclinarnos hacia el lado correcto y sino ya encontraremos la vida correcta para saldar las deudas que no nos permiten conectarnos con nosotros mismos, con la vida y con los otros.

viernes, 26 de agosto de 2011

Cosas que te pasan si estás viva 4

Estoy sentada en el piso de casa, una luz opaca entra por la ventana, la madera está fría y tengo escalofríos . A mi alrededor cajas con libros, con recuerdos, cartas y fotos viejas tiradas por el piso. En mi garganta empieza a acumularse la angustia mezclada con nostalgia, añoro una infancia que no siento mía, recuerdos que no logro actualizar. Quiero poner todo en cajas, cerrarlas y hacer como si nada, pero no puedo, estoy inmovilizada y no se porque.

Vi una foto tuya que me trasladó inmediatamente al pasado, me quede helada recordándote. Las lagrimas empezaron a brotar de mis ojos sin permiso, atolondradamente.

Siento como si hubiera estado toda mi vida dentro de un útero liquido, azul y de pronto algo, vos, me hubiera intentado sacar. Pude vislumbrar lo que había fuera de este ambiente cálido y sentí miedo. Pero volví a entrar, unos hilos invisibles me trajeron de vuelta, pero ya nada es lo mismo, porque pude intuir lo que estaba por fuera.Y quiero negar, quiero borrarte de mi vida, hacer de cuenta que no vi nada pero no puedo. No voy a poder sentir paz nunca más, porque algo cambió y ya no puedo negar. Porque no estás más en este plano y eso lo tengo presente siempre. Solo me queda esperar a que algo me arranque de golpe de esta vida azul, que supo ser cálida pero ahora me es insípida.

Con el tiempo sabré volver a las banalidades, porque soy humana, porque el tiempo desgasta todo recuerdo y sensación, y eso me resigna pero no me tranquiliza.

jueves, 25 de agosto de 2011

Cosas que te pasan si estás viva 3

Hoy salí del laburo como todos los días, las piernas se dirigieron de forma automática hacia la estación de subte. Recorrí mecánicamente las calles conocidas, mientras en mi mente circulaban pensamientos diversos que me aislaban del mundo, me transportaban a un pasado conocido y un futuro poco claro.

En este estado de ausencia entré en el vagón de subte, cuando íbamos por las estación de Tribunales subió un nene de 8 años, con el pelo teñido de rubio, pantalones de boca y zapatillas gastadas. No le presté atención, la música sonaba en mis oídos y nada me desconcentraba. A los pocos minutos algo empezó a molestarme, el nene de 8 años empezó a cantar a los gritos, superponiendo su voz a mi música. Luego de luchar inútilmente en mi cerebro por priorizar la música a su voz, cedí y me saqué los auriculares. Miré al nene y recién en ese momento lo vi. Cantaba la canción  "Color esperanza" con un odio y dolor desgarrador. Al instante me puse a pensar en este niño, subido en un vagón de subte, rodeado de miradas indiferentes, gritándole al mundo su presencia.

Por unos minutos este niño fue real para mi  y pude sentir la angustia oculta en su voz, la cual repetía una letra sin contenido vacía luego de horas de repetición
 mecánica.Y mis pensamientos volvieron a activarse: "darle o no plata? si le doy colaboro con esta explotación y si no le doy capaz es peor. ¿Cómo le digo que lo entiendo? o que en realidad no entiendo y que me siento cómplice de que él esté cantando por unas monedas en vez de estar jugando como un niño. Pensé en darle monedas para que sepa que lo escuché, que si hay alguien del otro lado, pero sería mentirle, porque no hay nadie, porque está solo y nadie lo escucha. Y así como entró en mi vida por unos minutos, desaparecerá de ella cuando me baje del subte y la música vuelva a sonar en mis oídos.

Los pensamientos se cortaron cuando el niño pasó por al lado mío, le dí unas monedas tratando de encontrar sus ojos, pero estaban perdidos en el piso. Cuando volvió a pasar nos encontramos, se dio cuenta de mi mirada y tomé forma en su mundo. Esto lo descolocó y se quedó mirándome extrañado pero curioso y me hubiera gustado decirle cual niña que fui: ¿Queres ser mi amigo?

Y  no lo hice, y su mirada siguió de largo y ya no se si este niño es real.


martes, 23 de agosto de 2011

Cosas que te pasan si estás viva 2

Creo que tengo todas las prioridades mal puestas. Pensar siempre en uno mismo es muy solitario. Estamos rodeados de gente interesante, llena de anécdotas, energía diversa y decidimos aislarlos en nosotros mismos, en como vivimos desde nuestro centro. Nunca nos ponernos en el lugar de otro, vivir como lo haría otro, escuchar sus experiencias, aprender, llorar, divertirnos.
Hoy conocí a  una persona muy especial. Hace más de un año que compro comida china en la esquina de casa, siempre llego con un cordial saludo, pido las empanaditas de verdura y salsa agridulce y me siento a esperar. Me divierte escuchar las discusiones que se generan entre el matrimonio que atiende el local. Siempre en su mundo, tal vez no se gritan, según mi viejo el chino es un idioma militar y por esto es tajante y se dice en tono fuerte. A lo mejor se cuentan cosas sobre sus hijos, sobre viajes o charlas filosóficas, que observadas desde mis ignorantes ojos parecieran peleas encarnizadas.

Hoy fui melancólica, sintiendome realmente mal, por eso me costó más de lo usual el saludo formal de siempre, la dueña del local estaba limpiando y trate de esbozar una sonrisa. Creo que lo notó y luego de tomarme el pedido me empezó a hablar del saco que yo tenía puesto. Me miro y me dijo: “ese saco es de Gucci” , negué con la cabeza y le expliqué que era un saco viejo, que le robé a mi mamá en busqueda de estar abrigada este invierno. Ella siguió insistiendo hasta que vino al lado mío, me corrio el pelo y se fijó en la etiqueta. Decepcionada leyó que era de otra marca y volvió detrás del escritorio. En ese momento, no se porque se me ocurrio mencionar lo frío que estaba el tiempo y ella me contó que en china hacía mucho calor, una cosa llevó a la otra y me contó la historia de su familia. 

Su marido vino en el 92 y cuando logró asentarse  a los pocos años, vinieron ella y sus hijas. Al parecer su hija mayor que tiene mi edad, fue en el verano a conocer China, o en realidad a volver de grande ya que su infancia la pasó en ese país. Un día llamó a la madre por teléfono y le dijo que se sentía muy cómoda allá y que iba a quedarse a vivir. Por un momento pense en mis padres, en el viaje que estoy haciendo y en lo difícil que sería para ellos y para mí vivir separados, en países tan distintos y lejanos. Y me estremecí y nos miramos cómplices. Por un momento pude ver la tristeza en los ojos de esta señora, con la cual me saludo hace un año pero nunca miré realmente.Y fue extraño, salí movilizada, enojada con migo misma por ser tan cerrada, por no ser más una niña y clausurar charlas interesantes, por no dejarme tocar por nadie, por no escuchar a la gente con la que vivo día a día y más que todo, porque me gustaría conocer a todos, y escuchar lo que tienen para contar, historias que suceden  en este plano y llenan el alma y uno pasa indiferente sin que nada le de curiosidad. Y esa mujer necesitaba un abrazo y yo también y no pude dárselo porque en este mundo que creamos ese tipo de gestos no están permitidos y la cordialidad pone barreras que son difíciles de romper porque están naturalizadas y no las pensamos. 
Pero no quiero ser así, no quiero vivir mi vida sola sin sentir y escuchar  a los demás y menos que menos viviendo solo mi verdad. Entender y ponerse en el lugar del otro es doloroso, porque es entender que no todos pensamos igual y eso nos lastima, porque nos creemos seres acabados y perfectos que son protagonistas de su vida y todos deberían actuar como nosotros lo esperamos. Y la señora que se peleaba con su marido y era solo la dueña de un local chino, pasó a ser una persona con la cual me sentaría a tomar un mate y que me parece sumamente interesante. 

martes, 2 de agosto de 2011

Instantánea 3 - "Mi amiga de ojos verdes"

Hay amigos que simplemente están destinados a estar en nuestra vida, entran naturalmente y se instalan en nuestros corazones, en nuestra rutina, te llenan el alma. Creo que con Ludmila hemos vivido demasiadas cosas  en proporción al tiempo que nos conocemos, y se que me va a extrañar cuando me vaya, pero que intenta entender porque lo hago. Parte de la amistad es ese egoísmo, querer al otro para uno, no compartirlo y menos con un país extranjero que queda a 6hs de diferencia horaria de distancia.

Soy pésima con la memoria, pero hay sensaciones que me quedan marcadas, que las llevo con migo dentro.... tal vez son una conjunción de momentos, no uno solo, pero cuando pienso en mi amiga de ojos verdes, vienen a mi mente tardes de calor, caminando por las calles solitarias de un día domingo, vienen risas interminables en noches de burako, quemando el tiempo para salir hacia algún bar del que no sabemos ni recordaremos nada. Recuerdo miles de cenas, desayunos resacosos, pero también ese día, que siempre recordamos, en que fui a cortar ventanas para ayudar en su maqueta y que siempre quedará en mi mente como el día en que me sentí tan cómoda con alguien, que me di cuenta que eso era la amistad y que no iba a ser cualquier amistad... que como dije antes, podía ser uno de esos momentos en que me quedaría toda la vida....

Y al comienzo de nuestra amistad la sentía una niña, tenía casi un sentimiento maternal por ella y a medida que pasaron las semanas esta idea entró en jaque, hasta llegar a momentos en que yo era la niña y ella la adulta.

Escribo sobre ella y para ella, porque se que esta pasando por momentos muy complejos de su vida y me gustaría contenerla y poder indicarle cual es el camino correcto, pero no puedo, porque ella tiene que hacer su experiencia y yo solo puedo acompañarla y abrazarla cuando me necesite.... pero en todo esto quiero que sepas Ludmila que lo importante es que seas sincera con vos misma, que encares cada momento con humor y sátira, que construyas desde el quiebre y que mantengas esos ojos tan claros y nítidos como fueron  siempre... no los nubles con lágrimas.. no vale la pena....

viernes, 22 de julio de 2011

Cosas que te pasan si estás viva 1

Y hasta que un día llegas a tu casa a las dos de la mañana, y no podes entrar. Como te pasó eso hace una semana, intentas abrir la cerradura a lo "MacGyver" con una horquilla que tenias de pura suerte. Por unos segundos te crees una genia, que puede hacerlo, ya que viste como lo hacía el cerrajero y te pareció una pavada. Luego de 20 minutos comienza la catarata de pensamientos: me voy a dormir a lo de papá, le toco el timbre a mi vecina y le pregunto si sabe abrir cerraduras, no buen, mejor le pido el tel de un cerrajero... no, pero cómo voy a molestarla a esta hora? bueno... me mando a la cerrajería.
Cruzas la calle, con 2 grados bajo cero (porque es obvio que tiene que hacer un frío horrible justo el día que te quedas encerrada) y escuchas la tele prendida dentro! Y pensas: vamos! una buena, está el tipo adentro!Pero golpeas y gritas desde afuera y no hay respuesta. Y tratas de llamar al celular de emergencia que está en el cartel, pero consumiste todo tu crédito…. Y empezas a llorar, porque ya son las 3 de la mañana, porque no sos MacGyver, porque no queres irte hasta San Telmo a dormir al sillón de tu viejo y sobre todo porque la FUCKING cerradura es nueva!!!
Y cuando estás por tirarte a dormir en la puerta de la cerrajería, despojándote de la poca dignidad que te queda, sale el señor de antojos, con cara de ultratumba y se apiada de vos. Y te ve llorar desconcertado, y le explicas atropelladamente toda la experiencia y te dice: “son 280 pesos, manejalo” Bueno, claramente no tenes mucha opción y ante la frialdad del momento recuperas la compostura y te indignas porque cobren tan caro tu momento de desesperación. Y el señor sube y está media maldita hora intentando abrir, y te tira gestos de que es una tarea imposible, te trata de tonta y prueba otras llaves, pensando que podes haberte equivocado en la que pusiste. Y vos pensas: “capaz estoy mal parada energéticamente, capaz lo desconcentro” y tratas de ir moviéndote de lugar, como para ayudar a la suerte.Y por fin, se abre, y no lo podes creer, pero ya son las 4 de la mañana y el cerrajero se copa probando la llave una y otra vez, y no sabes como decirle que se vaya, que no te importa si anda bien o mal, que queres dormir, que queres llorar.

Y otra vez una canción en mi cabeza me dice "I'm the hero of the story, don't need to be saved...." y me doy cuenta que estoy sola y que ya nada es un juego.

viernes, 15 de julio de 2011

Instantánea 2 - "Limbo"

Como no logro recordar bien, voy a contar una anécdota inventada. O al menos como me hubiera gustado que sea, o la sensación que tengo de ella.
Era uno de esos veranos interminables en la ciudad, donde el tiempo se dilata llevando al extremo aburrimiento. Los viejos de Ezequiel se habían ido de vacaciones y aproveché para instalarme en su casa con aire acondicionado y alacenas llenas de comida. Un día, tirados en su cama, hablando de las mismas cosas que hablábamos hace días y ya casi sin energías para volver a repetirlas, vi que tenía un rompecabezas. Un poco en broma y un poco en serio le dije de armarlo... me miró riendo y me dijo que era muy grande, que tenía 8.000 piezas y no entraba en la mesa.... 

Esa tarde empezamos el largo proceso de selección de bordes y así comenzar el armado del marco. Tuvimos que hacerlo en el piso porque realmente era enorme. A media noche llegó Milton, no podía creer que estemos armando un rompecabezas tirados en el piso en medio del living. Por suerte había wishky y no tardó en sentarse a encastrar piezas con nosotros. 

De pronto todo empezó a girar en torno al rompecabezas, cada uno tenia asignados sectores de colores, elegidos caprichosamente en base a los gustos subjetivos de cada uno. Cada tanto nos cansabamos de nuestra parte y empezabamos a rellenar la del otro. A Eze le gustaba encontrar las piezas que le faltaban a cada uno, si era gris para mi sector, celeste a Milton, Mario estaba encaprichado con un sector de piedras. Esto duró dos días y dos noches . Comíamos, tomábamos y fumábamos sobre las piezas, eran una extensión de nosotros, no podíamos cortar con la tarea de unir una por una.  Fue de esos momentos en la vida, que pocas veces se dan, en donde tenes paz y sos feliz y no querés irte y no queres parar y estas adomrmecido, rodeado de las personas que más queres en el mundo. 

Cuando empezó la semana tuve que volver a casa a laburar y dejé a Milt, Eze y los que iban cayendo en busca de aire acondicionado y terminaban adueñándose de una parte del rompecabezas. Recuerdo estar en casa y tener ansiedad de ir a lo de Eze, a terminar la gran proeza... no se por qué, pero no pude volver, tal vez ya tenía otros planes, o habían llegado los papas de Eze o no se....

Cuando lo llamo, me dice que no lo habían podido terminar, que lo habían desarmado y me puse triste. Y me dijo, y esto si lo recuerdo como si hubiera sido ayer: "gracias Palito, fue un lindo fin de semana"


y no solo fue un lindo fin de semana, fue ese instante en donde te sentís tan cómodo que podrías haberte quedado flotando en él , el resto de tu vida.

lunes, 27 de junio de 2011

Recuerdo de la infancia 1

Cuando éramos chicos, mis viejos tenían una Ford de esas con cabina blanca y parte de adelante roja. Esa camioneta era un integrante más de la familia, la tuvimos en Bariloche y fue la que nos llevo hasta Buenos Aires el día que tuvimos que mudarnos.
Con mis hermanos viajábamos en la cabina de atrás, separados de mis viejos  por un vidrio. El día que vinimos a vivir a Buenos Aires, llenamos la cabina de colchones y viajábamos re cómodos, era como un colchón gigante. Me acuerdo del día que llegamos, porque había una nube negra sobre capital, cuando pregunté mi viejo me dijo que era el humo de los autos. También recuerdo el olor húmedo y dulzón de la casa de mi abuela, que después sería mi casa y perdería la magia.

Esa camioneta nunca se rompió, son contadas las veces que la llevamos al mecánico, pero en un momento, el tiempo y el desgaste empezaron a hacer efecto y el piso de adelante se resquebrajó todo. Del lado del acompañante, había un agujero que cada día era más grande. Recuerdo que mis viejos lo tapaban con unas alfombras, pero si mirabas bien, podías ver el asfalto moviéndose debajo del coche.

Con mis hermanos vivíamos peleando, nos pegábamos y gritábamos por cualquier cosa. Mi viejo se pasaba la mitad del viaje golpeando el vidrio para que paremos. Y nosotros, que no podíamos controlar nuestro genio, seguíamos peleando incansablemente.

El terror nos invadía cuando papá, harto de escucharnos, frenaba el coche. Me acuerdo del pánico que me daba ese momento, acompañado con el silencio instantáneo que generaba su frenada. Abría la puerta y nos retaba a grito pelado. Luego retomaba el viaje, y una vez olvidada la frenada, volvíamos a pelearnos.

Una de las sensaciones que siempre me quedó presente, fue una vez que mamá me compró unos caramelos de naranja, iba chocha comiendo, hasta que me empecé a marear y de ahí en más, nunca pude volver a comer nada con gusto a naranja. Me remite a ese día de calor intenso y la parte de atrás del auto moviéndose al ritmo de mis nauseas.

Instantánea 1 - "Biblia"

El verano en que nos fuimos de mochileras a Uruguay con Camila, decidimos llevar, aparte de nuestros libros, uno para leer en común. Como no somos personas normales se nos dio por llevar la biblia. No por religión, sino porque luego de 5 años de educación religiosa, nos dimos cuenta que nunca le habíamos prestado real atención. La leíamos para aprobar parciales y no recordábamos nada. También nos interesaba la idea de  volver a leerla y contraponer la visión de la infancia con la de adultas. Al menos una vez al día, tomabamos la biblia y leíamos en voz alta sus pasajes.
En ese verano llegamos a conclusiones cómo: "dios es caprichoso y si haces algo que está mal, no te explica por que y te castiga", "El arca de Noé no es tan emocionante como recordábamos", "A los judíos no le sale una bien" y otras que no puedo decir en voz alta pero tienen que ver con comentarios del diguiente tenor: "para mi que David debía estar bueno"
Cuestión, es que ya íbamos por la página 200 y Cami me dice: "Che nena, no era mala suerte decir el nombre de dios en vano?"


Hoy, años después, puedo certificar que si lo es. Aunque no me crean después de eso: se me inundó la casa, tuvimos plaga de abejas y ratas en la casa, se me rompieron los caños de la cocina y un par de cosas que ya no recuerdo..
A todo esto, saben q el arco iris sale, porq dios hizo un pacto con Noé? y sale para certificar que siempre que llueva va a parar??  Ustedes podrían pensar: te leíste toda la biblia y te acordas solo eso?

Bueno, no es que me acuerdo solo eso, pero fue uno de los datos más relevantes, o al menos me quedó dando vueltas en la cabeza. Estábamos de vacaciones, che! hay que poder prestarle atención a Camila leyendo cuando tenes 4 nenes jugando a la pelota en la playa y el churrero pasando cada medio minuto!

sábado, 25 de junio de 2011

Detrás de esa meta no hay, ahora, otra meta.


“Destruir al hombre es casi tan difícil como crearlo: no ha sido fácil,  no ha sido breve, pero lo habéis conseguido alemanes. Henos aquí dóciles bajo vuestras miradas: de nuestra parte nada tenéis que temer: ni actos de rebeldía, ni palabras de desafió, ni siquiera una mirada que juzgue.” Primo Levi]

Estamos yendo hacia nuestra auto destrucción, pero no sin antes hacer un proceso largo y doloroso.
Somos una masa sin conciencia que sigue el movimiento de los demás, nos unimos a grupos sociales que nos indican como pensar. Creamos nuestros propios estereotipos y nos cegamos con falsedades los unos a los otros.

Sistema creado por nosotros mismos para no ir hacia ningún sitio y del cual ya no tenemos control. En esta farsa hay rutinas y reglas absurdas, las cuales nos permiten pensar que controlamos las cosas. Somos reticentes al cambio, odiamos lo diferente y lo desconocido, porque todo eso requiere un esfuerzo de comprensión y cambio, que siempre atenta contra nuestra falsa seguridad de mundo. Esto se mantiene en pie, porque no intentamos entender, solo creamos preguntas, de las cuales no queremos saber la respuesta.
  
Las ciudades son lugares solitarios, grises, donde los vínculos entre personas son mínimos, superficiales. Cada día nos acercamos más a las maquinas y menos a los hombres, nos movemos por inercia, no tenemos valores ni moral, todo tiene un precio.

No nos importan los demás , solo queremos satisfacer nuestras necesidades egoístas. Amamos y tenemos amigos para soportar el tedio cotidiano, transitamos la ciudad sin mirar a nadie, el mundo puede caerse delante nuestro y mientras no afecte nuestra persona no nos interesa.

Esto es así, porque creemos que no necesitamos a los demás, porque creemos que lo único que importa es nuestra existencia particular. La necesidad de sentir que somos importantes, de que somos algo y que para algo estamos en este mundo es lo que nos lleva a esta construcción ficcional.

Si entendiéramos que las relaciones humanas están entre las necesidades más elementales, sabríamos que estamos aquí de paso, pero estamos de paso, con otras personas, y que si pensáramos menos en nosotros y dejáramos de creer que somos el centro del universo, podríamos compartir los mundos de otras conciencias que también están presentes en el momento y lugar que nos toco vivir. Y que en el fondo es lo que llena nuestra corteza. De qué sirve tener conciencia, si no hay con quien compartirla? De qué sirve comer, dormir, si alguien, al lado nuestro, tan o mas importante que nosotros sufre? Tanto sacrificamos si resignamos algunos placeres para que otros puedan vivir con la misma dignidad que nosotros?

Nuestra personalidad es frágil, debemos tener ciertas necesidades básicas cubiertas, sino todo nuestro mundo y prioridades cambian. La sociedad funciona, porque una minoría poderosa y una masa uniforme y sin reflexión, se  sienten cómodos en ella.

El miedo a que la sociedad en que vivimos cambie, nos hace encausarnos en un círculo vicioso. Su objetivo? Ninguno. Solo alejarnos del pensamiento desolador de aceptar quienes somos.

Estamos frente a nuestra destrucción, pero lo negamos porque no podríamos soportar nunca ver esta verdad. Conferimos poderes absolutos a instituciones, las cuales nos guían por el camino elegido, el de la falsa creencia de tranquilidad.

Creamos una gran cadena de tareas, obligaciones que hacen que todo funcione correctamente. Y sin embargo, por lo arbitrario de esta conducta, el sistema esta plagado  de ironías. Que es el progreso? Ir hacia delante? A donde? Ser perfecto? Tener la familia "ideal"? Son fachadas para no pensar, para poner "objetivos" que nos tranquilicen a corto plazo. Y cuándo surge la angustia? cuando hay una grieta en esta cadena sin sentido?? una pastilla soluciona todo, nos adormece, ya no tenemos que pensar....

Y así es como vivimos hoy, nunca llegaremos ni haremos nada, construimos nuestra propia torre de vigilancia que nos controla a nosotros mismos. Controla que ninguno se arrepienta del pacto firmado, del destino elegido. Vigila que nadie vaya a rompe este tiempo detenido en donde todo es igual. Vivimos una y otra vez lo mismo, incansablemente hasta lo inevitable que es las destrucción final de la raza. Que es de lo que huimos, pero en realidad es a lo que queremos llegar. Vamos semi-conscientes hacia una destrucción de la raza y el alma, por eso no decimos nada y aceptamos silenciosos, porque sabemos que somos cómplices de nuestro destino.

Lo que realmente nos mantiene vivos no es el anhelo del futuro, sino la falta de conocimiento del mismo,  lo que nos mantiene vivos es  el presente.

Somos hombres del presente, y el futuro al que aspiramos es tan ínfimo que es presente. Porque si realmente viéramos el pasado y el futuro en su plenitud, si realmente esperáramos algo del futuro, no podríamos soportarlo, porque nos encontraríamos ante la verdad, que es la circularidad de la vida sin fin ni propósito.

La finitud de nuestro cuerpo es lo que nos hace funcionar, es nuestra pulsión mas intima. Nos preservamos, porque sabemos que somos finitos y eso nos da miedo, pero contradictoriamente es lo que nos da ganas de aprovechar al máximo y explotar el mundo sin detenernos a pensar.
Y al fin, cumplimos con nuestra tarea que es la de relacionarnos con otras almas y seguir el movimiento del mundo. Pero no porque realmente queremos y entendemos que eso es lo que nos construye y nos llena, sino por inercia

El camino que nos queda es el de cargar nuestros nombres de sentido, de crear un mundo en el que se recibe para dar. En el que nuestro cuerpo y conciencia dejan de tener importancia, para combinar nuestra alma con otras almas y generar otra energía. Sin sentido mas que el de interactuar con los otros, pero desde la sinceridad. Dejar de pensar que pasa luego de la muerte, o si este sistema infinito sirve para algo, pensar al fin de cuentas, que hago con la vida, que hago con este momento en el que mi conciencia vive.

Después de la muerte, pensaremos que hacer, pero mientras tanto, vivr nuestro presente inmediato, que al fin de cuentas es lo único que estamos seguros que podemos mejorar.