domingo, 23 de octubre de 2011

Trajes azules y rojos.

Galois mira el sol reflejado en sus piernas, hace calor y el olor a mar es intenso. Tiene un vaso de cerveza frío en la mano, siente los ojos hinchados, la resolana lo molesta y se pone los anteojos de sol. A lo lejos ve una mujer de espaldas entrando al mar, mueve la cintura rítmicamente y las olas mojan sus piernas largas. Su cola es redonda, simétrica y su traje de baño es azul intenso. Cuando se da vuelta  Galois descubre sus grandes pechos y le da un escalofrío, presiona el vaso de cerveza y toma un trago largo. Sigue los movimientos de los pechos casi como hipnotizado, su miembro se endurece, no puede dejar de mirarla, su escote es cada vez más pronunciado y el agua descubre sus pezones.  De pronto un ruido al costado de la reposera lo descoloca, se sienta de golpe, se le detiene el corazón, y cuando mira hacia el costado un niña le toca la oreja y se ríe. Galois está acelerado, cuando se da cuenta de que es solo una niña, relaja los músculos y vuelve a recostarse.


Trata de enfocar nuevamente a la mujer en el agua, pero no la encuentra. La nena empieza a ponerle arena en el brazo y Galois gira molesto en dirección a ella. Tiene rulos rubios, un traje de baño rojo y sostiene algo marrón en la mano. La mira curioso, parece un objeto pequeño, opaco, pero no reconoce que es, la nena percibe su mirada y cuando le alcanza la mano para darle el objeto, unos brazos de mujer la envuelven y se la llevan playa abajo. La nena lo mira desesperada y le extiende el brazo tratando de darle el objeto marrón.

Galois trata de reincorporarse rápido pero la cerveza cae al piso y estalla en miles de pedazos, quiere alcanzar a la nena pero está lleno de vidrios y no puede avanzar. En un momento de lucidez se para en la reposera y pega un salto hacia el lado contrario de los vidrios, cae de rodillas, se para de un salto y se choca contra un par de pechos conocidos, la mujer del mar está delante suyo y lo mira risueña. Galois se queda descolocado, de cerca no es tan hermosa, tiene un olor extraño, y sus pechos son algo desproporcionados desde este nuevo ángulo. Tampoco es una mujer joven como él imaginaba, varias arrugas surcan sus ojos y su mirada es dura.

Recuerda a la nena, mira hacia todos lados pero solo ve rostros extraños. Camina entre la gente aturdido, no logra encontrarla. Ve un deck de madera y se sube a la baranda, ve cabezas de todos los colores y a lo lejos la ve, rubia con traje rojo, pega un salto y se golpea el hombro al caer. Corre chocando  gente en el camino, los pulmones quieren salir de su pecho, no puede respirar del esfuerzo que está haciendo por alcanzar esos rulos rubios.

Cuando llega ve a la nena jugando tranquila con su madre, se acerca casi sin aire, la mira agitado y ella le sonríe. Se sienta en la arena caliente y vuelve a mirarla fijo, la intriga le carcome la cabeza, necesita saber que tiene en la mano pero sabe que debe esperar a que ella se lo de. La respiración se normaliza, el aire vuelve a darle ritmo al cuerpo. La nena se para, se acerca a Galois, le tira del pelo, le toca la oreja y le extiende su mano cerrada. Galois trata de permaneces inmóvil, cualquier movimiento podría espantarla, la mira fijo y la nena abre su mano. El objeto marrón se devela como una tapita de cerveza vieja, gastada por el sol y la arena. La agarra decepcionado y la mira detenidamente mientras la nena se va caminando tranquila. Galois se queda sentado en el piso, el sol le pega en la nuca y está mareado. Guarda la tapita de cerveza en el bolsillo y se tira de espaldas en la arena caliente, siente una punzada horrible por la temperatura y se larga a reír.

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