viernes, 26 de agosto de 2011

Cosas que te pasan si estás viva 4

Estoy sentada en el piso de casa, una luz opaca entra por la ventana, la madera está fría y tengo escalofríos . A mi alrededor cajas con libros, con recuerdos, cartas y fotos viejas tiradas por el piso. En mi garganta empieza a acumularse la angustia mezclada con nostalgia, añoro una infancia que no siento mía, recuerdos que no logro actualizar. Quiero poner todo en cajas, cerrarlas y hacer como si nada, pero no puedo, estoy inmovilizada y no se porque.

Vi una foto tuya que me trasladó inmediatamente al pasado, me quede helada recordándote. Las lagrimas empezaron a brotar de mis ojos sin permiso, atolondradamente.

Siento como si hubiera estado toda mi vida dentro de un útero liquido, azul y de pronto algo, vos, me hubiera intentado sacar. Pude vislumbrar lo que había fuera de este ambiente cálido y sentí miedo. Pero volví a entrar, unos hilos invisibles me trajeron de vuelta, pero ya nada es lo mismo, porque pude intuir lo que estaba por fuera.Y quiero negar, quiero borrarte de mi vida, hacer de cuenta que no vi nada pero no puedo. No voy a poder sentir paz nunca más, porque algo cambió y ya no puedo negar. Porque no estás más en este plano y eso lo tengo presente siempre. Solo me queda esperar a que algo me arranque de golpe de esta vida azul, que supo ser cálida pero ahora me es insípida.

Con el tiempo sabré volver a las banalidades, porque soy humana, porque el tiempo desgasta todo recuerdo y sensación, y eso me resigna pero no me tranquiliza.

jueves, 25 de agosto de 2011

Cosas que te pasan si estás viva 3

Hoy salí del laburo como todos los días, las piernas se dirigieron de forma automática hacia la estación de subte. Recorrí mecánicamente las calles conocidas, mientras en mi mente circulaban pensamientos diversos que me aislaban del mundo, me transportaban a un pasado conocido y un futuro poco claro.

En este estado de ausencia entré en el vagón de subte, cuando íbamos por las estación de Tribunales subió un nene de 8 años, con el pelo teñido de rubio, pantalones de boca y zapatillas gastadas. No le presté atención, la música sonaba en mis oídos y nada me desconcentraba. A los pocos minutos algo empezó a molestarme, el nene de 8 años empezó a cantar a los gritos, superponiendo su voz a mi música. Luego de luchar inútilmente en mi cerebro por priorizar la música a su voz, cedí y me saqué los auriculares. Miré al nene y recién en ese momento lo vi. Cantaba la canción  "Color esperanza" con un odio y dolor desgarrador. Al instante me puse a pensar en este niño, subido en un vagón de subte, rodeado de miradas indiferentes, gritándole al mundo su presencia.

Por unos minutos este niño fue real para mi  y pude sentir la angustia oculta en su voz, la cual repetía una letra sin contenido vacía luego de horas de repetición
 mecánica.Y mis pensamientos volvieron a activarse: "darle o no plata? si le doy colaboro con esta explotación y si no le doy capaz es peor. ¿Cómo le digo que lo entiendo? o que en realidad no entiendo y que me siento cómplice de que él esté cantando por unas monedas en vez de estar jugando como un niño. Pensé en darle monedas para que sepa que lo escuché, que si hay alguien del otro lado, pero sería mentirle, porque no hay nadie, porque está solo y nadie lo escucha. Y así como entró en mi vida por unos minutos, desaparecerá de ella cuando me baje del subte y la música vuelva a sonar en mis oídos.

Los pensamientos se cortaron cuando el niño pasó por al lado mío, le dí unas monedas tratando de encontrar sus ojos, pero estaban perdidos en el piso. Cuando volvió a pasar nos encontramos, se dio cuenta de mi mirada y tomé forma en su mundo. Esto lo descolocó y se quedó mirándome extrañado pero curioso y me hubiera gustado decirle cual niña que fui: ¿Queres ser mi amigo?

Y  no lo hice, y su mirada siguió de largo y ya no se si este niño es real.


martes, 23 de agosto de 2011

Cosas que te pasan si estás viva 2

Creo que tengo todas las prioridades mal puestas. Pensar siempre en uno mismo es muy solitario. Estamos rodeados de gente interesante, llena de anécdotas, energía diversa y decidimos aislarlos en nosotros mismos, en como vivimos desde nuestro centro. Nunca nos ponernos en el lugar de otro, vivir como lo haría otro, escuchar sus experiencias, aprender, llorar, divertirnos.
Hoy conocí a  una persona muy especial. Hace más de un año que compro comida china en la esquina de casa, siempre llego con un cordial saludo, pido las empanaditas de verdura y salsa agridulce y me siento a esperar. Me divierte escuchar las discusiones que se generan entre el matrimonio que atiende el local. Siempre en su mundo, tal vez no se gritan, según mi viejo el chino es un idioma militar y por esto es tajante y se dice en tono fuerte. A lo mejor se cuentan cosas sobre sus hijos, sobre viajes o charlas filosóficas, que observadas desde mis ignorantes ojos parecieran peleas encarnizadas.

Hoy fui melancólica, sintiendome realmente mal, por eso me costó más de lo usual el saludo formal de siempre, la dueña del local estaba limpiando y trate de esbozar una sonrisa. Creo que lo notó y luego de tomarme el pedido me empezó a hablar del saco que yo tenía puesto. Me miro y me dijo: “ese saco es de Gucci” , negué con la cabeza y le expliqué que era un saco viejo, que le robé a mi mamá en busqueda de estar abrigada este invierno. Ella siguió insistiendo hasta que vino al lado mío, me corrio el pelo y se fijó en la etiqueta. Decepcionada leyó que era de otra marca y volvió detrás del escritorio. En ese momento, no se porque se me ocurrio mencionar lo frío que estaba el tiempo y ella me contó que en china hacía mucho calor, una cosa llevó a la otra y me contó la historia de su familia. 

Su marido vino en el 92 y cuando logró asentarse  a los pocos años, vinieron ella y sus hijas. Al parecer su hija mayor que tiene mi edad, fue en el verano a conocer China, o en realidad a volver de grande ya que su infancia la pasó en ese país. Un día llamó a la madre por teléfono y le dijo que se sentía muy cómoda allá y que iba a quedarse a vivir. Por un momento pense en mis padres, en el viaje que estoy haciendo y en lo difícil que sería para ellos y para mí vivir separados, en países tan distintos y lejanos. Y me estremecí y nos miramos cómplices. Por un momento pude ver la tristeza en los ojos de esta señora, con la cual me saludo hace un año pero nunca miré realmente.Y fue extraño, salí movilizada, enojada con migo misma por ser tan cerrada, por no ser más una niña y clausurar charlas interesantes, por no dejarme tocar por nadie, por no escuchar a la gente con la que vivo día a día y más que todo, porque me gustaría conocer a todos, y escuchar lo que tienen para contar, historias que suceden  en este plano y llenan el alma y uno pasa indiferente sin que nada le de curiosidad. Y esa mujer necesitaba un abrazo y yo también y no pude dárselo porque en este mundo que creamos ese tipo de gestos no están permitidos y la cordialidad pone barreras que son difíciles de romper porque están naturalizadas y no las pensamos. 
Pero no quiero ser así, no quiero vivir mi vida sola sin sentir y escuchar  a los demás y menos que menos viviendo solo mi verdad. Entender y ponerse en el lugar del otro es doloroso, porque es entender que no todos pensamos igual y eso nos lastima, porque nos creemos seres acabados y perfectos que son protagonistas de su vida y todos deberían actuar como nosotros lo esperamos. Y la señora que se peleaba con su marido y era solo la dueña de un local chino, pasó a ser una persona con la cual me sentaría a tomar un mate y que me parece sumamente interesante. 

martes, 2 de agosto de 2011

Instantánea 3 - "Mi amiga de ojos verdes"

Hay amigos que simplemente están destinados a estar en nuestra vida, entran naturalmente y se instalan en nuestros corazones, en nuestra rutina, te llenan el alma. Creo que con Ludmila hemos vivido demasiadas cosas  en proporción al tiempo que nos conocemos, y se que me va a extrañar cuando me vaya, pero que intenta entender porque lo hago. Parte de la amistad es ese egoísmo, querer al otro para uno, no compartirlo y menos con un país extranjero que queda a 6hs de diferencia horaria de distancia.

Soy pésima con la memoria, pero hay sensaciones que me quedan marcadas, que las llevo con migo dentro.... tal vez son una conjunción de momentos, no uno solo, pero cuando pienso en mi amiga de ojos verdes, vienen a mi mente tardes de calor, caminando por las calles solitarias de un día domingo, vienen risas interminables en noches de burako, quemando el tiempo para salir hacia algún bar del que no sabemos ni recordaremos nada. Recuerdo miles de cenas, desayunos resacosos, pero también ese día, que siempre recordamos, en que fui a cortar ventanas para ayudar en su maqueta y que siempre quedará en mi mente como el día en que me sentí tan cómoda con alguien, que me di cuenta que eso era la amistad y que no iba a ser cualquier amistad... que como dije antes, podía ser uno de esos momentos en que me quedaría toda la vida....

Y al comienzo de nuestra amistad la sentía una niña, tenía casi un sentimiento maternal por ella y a medida que pasaron las semanas esta idea entró en jaque, hasta llegar a momentos en que yo era la niña y ella la adulta.

Escribo sobre ella y para ella, porque se que esta pasando por momentos muy complejos de su vida y me gustaría contenerla y poder indicarle cual es el camino correcto, pero no puedo, porque ella tiene que hacer su experiencia y yo solo puedo acompañarla y abrazarla cuando me necesite.... pero en todo esto quiero que sepas Ludmila que lo importante es que seas sincera con vos misma, que encares cada momento con humor y sátira, que construyas desde el quiebre y que mantengas esos ojos tan claros y nítidos como fueron  siempre... no los nubles con lágrimas.. no vale la pena....