lunes, 10 de octubre de 2011
Gritos de tierra
El tren se mueve lentamente por un paisaje árido, remolinos de tierra se forman en el horizonte. Adela está profundamente dormida, su cabeza tambalea al ritmo del vagón. Rayos de sol intensos entran por la ventana, el ambiente esta pesado, el calor es húmedo, el hedor que desprenden los cuerpos es casi insoportable y unas gotas densas de sudor empiezan a recorrer su frente. Con un movimiento brusco el tren se frena por completo, Adela se sobresalta con cara aturdida, tiene impresas en el cachete las marcas de la ventana, tarda unos segundos en entender donde está. A su alrededor la gente sigue dormida, mira hacia el horizonte y no logra distinguir nada raro. Tiene la boca seca, la saliva espesa y decide ir al baño. Se limpia la cara con el agua tibia y por la ventana del costado ve dos hombres corriendo hacia el frente del tren. Hablan entre ellos de forma acelerada y Adela no consigue entender nada. La situación le llama la atención pero no le preocupa, luego de meses viajando por esas tierras sabe que las corridas y gritos no indican peligro alguno.
Vuelve a su asiento, está pegajoso y la mujer de al lado emite un olor ácido, hace horas que el calor la tiene atontada y no puede pensar claramente. La señora percibe la mirada de Adela, se despabila y al notar que el tren está frenado empieza a hablar aceleradamente en dirección a las puertas. Adela no entiende nada de lo que dice y levanta los hombros resignada ¿hace cuánto está frenado el tren? está confundida, su noción del tiempo es mala. Cuando el calor se torna insoportable entra por la puerta delantera del vagón un hombre alto, de tez negra y ojos inyectados en sangre, mira para todos lados de forma violenta. La mujer que estaba hablando acelerada se calla de golpe y lo mira aterrada, se acurruca en su asiento y se queda quieta. El hombre la ignora y se queda fijo en Adela que no puede dejar de sostenerle la mirada. Nunca había visto ojos tan intensos, tan violentos, está paralizada.
De pronto un guardia aparece detrás del hombre lo tira al piso en seco y empiezan a forcejear. El guardia logra dominar al negro, saca su arma apuntándole a la cabeza y empieza a gritarle cosas. Los ojos del negro están desorbitados, solo se calman cuando encuentran nuevamente los de Adela que está acurrucada en un rincón. La señora de al lado se para, empieza a gritar y escupe al hombre esposado. Llegan dos guardias y se lo llevan, antes de cerrar la puerta Adela logra ver por última vez esos ojos intensos.
Luego de unos minutos la señora se duerme profundamente y el tren arranca nuevamente a paso lento.
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Hola. No sé si este es el mejor lugar o la mejor forma de comunicarme. Pero como eliminaste tu cuenta de Twitter, no tengo muchas opciones a mano. Leí tu post de hoy (el que borraste) y algo me dice que la cosa está "chunga". Espero que no sea nada grave y que después nos riamos juntos de mi paranoia.
ResponderEliminarBesos.
nene, tenes mi gmail!! mi ex twitter con doble aa y @gmail. mandame mail así te escribo. beso :)
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